La película de Michael Radford "Un plan brillante" fue la encargada de clausurar el 55º festival internacional de cine de San Sebastián y para ello contó con la presencia de la principal actriz y estrella internacional Demi Moore.
Demi llegó al hotel por la puerta de atrás, unos dicen que por su mal aspecto tras el vuelo transoceánico de 9 horas (cualquiera que haya hecho un vuelo puede entenderlo) , otros que lo hizo para no quitarle protagonismo a Liv Ullman... sea lo que fuera Demi Moore cuida al detalle su imágen publica y su aspecto y prefiere no llegar en chandal como otros porque, seamos sinceros, todo el mundo la criticaría. Si lo hacen Richard Gere o Samuel L. Jackson es un gesto de cercanía, comodidad, bla bla... pero si lo hace una actriz de su edad la hunden. Las estrella de cine son estrellas de cine y siempre de toda la historia del cine han cuidado su aspecto para sus seguidores.
La prensa la ha tachado de fría, distante y de exigente al no querer posar delante de la playa de la Concha y aguantar el frío y el viento. Al final lo hizo tras el desplante de la prensa. Pero ¿Quién ha sido más exigente? Ella es la invitada y este festival siempre ha alardeado de ser muy acogedor y tratar muy bien a sus invitados.
De vergüenza fue la rueda de prensa y las preguntas que hicieron los supuestos profesionales periodístas. Preguntas absurdas, centradas en fribolidades y poco respetuosas con la actriz. Mala traducción simultánea, descontrol absoluto y encima ella tiene que ser cálida y amable... yo me hubiese ido en el minuto dos, pero claro, luego la prensa hace daño. Yo no soy periodista ni lo pretendo. No se lo que os enseñan en la facultad pero vosotros no sois las estrellas, lo siento. Menos mal que ella es lo suficientemente lista como para no responder a ciertas preguntas gratuitas y centrarse en responder con respecto a la película que promociona e incluir a sus compañeros de mesa en la conversación.